Bueno, pues voy a poner unas fotos nocturnas que intenté hace unos dias en Lobadiz. Aunque seguro que son muy mejorables, era la primera vez que salía a ver si conseguía algo bueno.
Hola, me llamo José Juan, soy de la Graña, en Ferrol, aunque vivo actualmente en Viveiro. Me gustarías utilizar una de tus magníficas fotografías de Lobadiz para poner en mi blog de poesía "El hombre inacabado". Si te apetece puedes visitarlo y después me cuentas. El poema que lo acompañaría sería el siguiente:
Estoy al borde de un acantilado, el rumor de las olas pronuncian la distancia, que parece huir para cesar en otro mundo. Tiembla el aroma a salitre en la flor desenvainada de la espuma. En aquellas lejanas piedras los ruidos son ardientes e intensos. Hoy, el cielo está más desnudo y es su cicatriz más real. El horizonte se reclina como el alquitrán de unos párpados al cerrarse. La inmensidad comienza a mecerse despacio. Oscilo con las luciérnagas en la noche y siento los gemidos en el desprendimiento de los astros. Esta tristeza de hace poco surgió sin ninguna violencia, como la angustia larga de una profundidad.
¡Oh noche, escucho otro diluvio en ti! mientras regresa el fruto acerbo como el remordimiento de la luz, como las rojas voces que esconden las gaviotas.
Hola, me llamo José Juan, soy de la Graña, en Ferrol, aunque vivo actualmente en Viveiro. Me gustarías utilizar una de tus magníficas fotografías de Lobadiz para poner en mi blog de poesía "El hombre inacabado".
ResponderEliminarSi te apetece puedes visitarlo y después me cuentas.
El poema que lo acompañaría sería el siguiente:
Estoy al borde de un acantilado,
el rumor de las olas
pronuncian la distancia,
que parece huir
para cesar en otro mundo.
Tiembla
el aroma a salitre
en la flor desenvainada de la espuma.
En aquellas lejanas piedras
los ruidos
son ardientes e intensos.
Hoy, el cielo está más desnudo
y es su cicatriz
más real.
El horizonte se reclina
como el alquitrán de unos párpados al cerrarse.
La inmensidad
comienza a mecerse despacio.
Oscilo con las luciérnagas en la noche
y siento los gemidos
en el desprendimiento de los astros.
Esta tristeza de hace poco
surgió sin ninguna violencia,
como la angustia
larga de una profundidad.
¡Oh noche,
escucho otro diluvio en ti!
mientras regresa el fruto acerbo
como el remordimiento de la luz,
como las rojas voces
que esconden las gaviotas.
Espero tu parecer
Un saludo